Lot Essay
Nace en Madrid en 1916. Estudia arquitectura en Madrid y entre 1933 y 1936 vive en Inglaterra, donde realiza estudios en el Royal Institute of British Architects de Oxford y en el School of Arts and Crafts de Londres, fundando junto a Victor Pasmore, Max Bill y Ben Nicholson el grupo Abstraction Creation (Abstracción Geométrica). En 1948 se traslada a París, becado por el gobierno francés, donde conoce a Eusebio Sempere y Eduardo Chillida. Teniendo como primeras referencias a Mondrian, Kandinsky y Paul Klee, se introduce en 1947 en el arte abstracto. Hacia 1953 su estilo empieza a definirse, teniendo como principales claves una personalísima concepción de la geometría, las matemáticas, una depurada y minuciosa técnica y un inigualable sentido del color. Sus pinturas de los 50 y los 60 se caracterizan por composiciones geométricas armónicas en las que el polígono será protagonista, recogiendo en sus obras las implicaciones psíquicas y cosmológicas de sus lecturas de Bachelard, Mircea Eliade y las filosofías orientales. En 1954 realiza su primera escultura, identificando esta nueva disciplina plenamente con sus otras facetas artísticas como pintor, dibujante y grabador. En 1969 regresa a España.
Heraldo II, ejecutada durante su estancia en París, es un bellísimo ejemplo de comunión entre geometría y color. Las asociaciones de esta obra con el estudio analítico que Palazuelo lleva acabo de la filosofía presocrática y oriental, la cosmología, la poesía sufí y la alquimia son claras. Uno de los mágicos logros de este artista, es hallar la comunión perfecta entre diversos planos de experiencia y realidad poética y contemplativa. Como si de un poeta sufí se tratase, sus obras se funden en comunión, al utilizar por un lado un lenguaje matemático y geométrico y por otro, al acercarnos a una especial forma de contemplación mística, convirtiendo esta experiencia en algo sagrado.
La utilización de gamas de color rojo, amarillo y naranja no es gratuita. Estos tres colores, vinculados con las filosofías orientales, son el espectro básico del yang, cuyo significado originario era el lado soleado de la montaña. El término implica brillantez y es parte de una expresión común en China para describir el sol. Yang es asociado con cualidades tales como calor, estimulación, movimiento, actividad, excitación, vigor, luz, masculino, positivo, etc. El rojo significa valor, perseverancia, bondad, amor; el naranja pureza y santidad, color que curiosamente precede siempre a un cambio de estado luminoso (salida del sol o su ocultación), momento de transición donde las formas y los tonos cambian, necesitando de nosotros una mayor concentración mental para tener una percepción adecuada de la realidad, motivo por el cual los monjes orientales los usan en sus túnicas para facilitar no sólo la atención, sino la agudeza mental y percepción de otros estados de conciencia; el amarillo sabiduría, discernimiento, buen criterio.
El trazo definido de las formas geométricas y el color que por gamas de intensidad incide más en unas formas que otras, nos permite plegar mentalmente el lienzo hasta convertirlo, en cuestión de segundos, en un objeto tridimensional, en una escultura. Momento en el que una obra de Palazuelo, a la manera de un alquimista, llega a su nivel de máxima expresión.
Entre otros premios ha recibido Premio Kandinsky en 1952, el V Premio Carnegie, Pittsburg en 1958, la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1982 Medalla de Oro de Bellas Artes, el Premio de Artes Plasticas de la Comunidad de Madrid en 1994 y el Premio "Velázquez" de las Artes Plásticas en 2004.
Heraldo II, ejecutada durante su estancia en París, es un bellísimo ejemplo de comunión entre geometría y color. Las asociaciones de esta obra con el estudio analítico que Palazuelo lleva acabo de la filosofía presocrática y oriental, la cosmología, la poesía sufí y la alquimia son claras. Uno de los mágicos logros de este artista, es hallar la comunión perfecta entre diversos planos de experiencia y realidad poética y contemplativa. Como si de un poeta sufí se tratase, sus obras se funden en comunión, al utilizar por un lado un lenguaje matemático y geométrico y por otro, al acercarnos a una especial forma de contemplación mística, convirtiendo esta experiencia en algo sagrado.
La utilización de gamas de color rojo, amarillo y naranja no es gratuita. Estos tres colores, vinculados con las filosofías orientales, son el espectro básico del yang, cuyo significado originario era el lado soleado de la montaña. El término implica brillantez y es parte de una expresión común en China para describir el sol. Yang es asociado con cualidades tales como calor, estimulación, movimiento, actividad, excitación, vigor, luz, masculino, positivo, etc. El rojo significa valor, perseverancia, bondad, amor; el naranja pureza y santidad, color que curiosamente precede siempre a un cambio de estado luminoso (salida del sol o su ocultación), momento de transición donde las formas y los tonos cambian, necesitando de nosotros una mayor concentración mental para tener una percepción adecuada de la realidad, motivo por el cual los monjes orientales los usan en sus túnicas para facilitar no sólo la atención, sino la agudeza mental y percepción de otros estados de conciencia; el amarillo sabiduría, discernimiento, buen criterio.
El trazo definido de las formas geométricas y el color que por gamas de intensidad incide más en unas formas que otras, nos permite plegar mentalmente el lienzo hasta convertirlo, en cuestión de segundos, en un objeto tridimensional, en una escultura. Momento en el que una obra de Palazuelo, a la manera de un alquimista, llega a su nivel de máxima expresión.
Entre otros premios ha recibido Premio Kandinsky en 1952, el V Premio Carnegie, Pittsburg en 1958, la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1982 Medalla de Oro de Bellas Artes, el Premio de Artes Plasticas de la Comunidad de Madrid en 1994 y el Premio "Velázquez" de las Artes Plásticas en 2004.