Lot Essay
La pintura de Guerrero está llena de gestos y gruesas pinceladas cargada de energía y acción. Pinta sobre capas anteriores todavía húmedas, creando distintos matices de colores. Siempre fiel al color negro, que es constante en su obra pictórica, Guerrero no se apropia del negro al verlo en Motherwell o en Kline, muy influyentes en su obra, sino que viene de sus orígenes, de su Granada natal y de la pintura española de Zurbarán y de Goya. En Aparición y Sombras el negro resalta sobre un fondo añil, color muy utilizado por el artista que aplicado capa sobre capa con brochazos de pintura se convierte en un mar sin horizonte.
Los colores en la obra de Guerrero se remontan a su infancia, y de ellos comenta "El azul..., tiene mucho de mi infacia. Era el color con el que pintaba los zócalos de mi casa..., era el añil". En cuanto el rojo, era "la almagra que usábamos en los pueblos de Andalucía..., un rojo sacado de la tierra". Y el blanco "andalucía sin más. El deslumbramiento de una pared encalada". Otros aún: "El ocre es la tierra con la que he jugado. El gris, los montes andaluces..., por lo menos los de Granada..., allí los montes grises. Y del negro "para mí, quizá es el color de los colores" (José Guerrero en José Guerrero, El Cedar Café, pág. 59).
Guerrero marchó a Estados Unidos y se instaló a vivir en Nueva York en 1950. Allí entró en contacto con los grandes pintores del expresionismo abstracto americano, Motherwell, Rothko, Kline etc. Lo que se vivió en esa época de gran creatividad y movimientos intelectuales en la capital del arte, fueron de enorme influencia en el joven granadino. El tamaño de los lienzos como los que utilizaban sus compañeros americanos y la explosión de color y gesto le sitúan artísticamente más cercano a los americanos que a los europeos. Aunque nunca dejó de ser europeo y así lo expresa: "Pensándolo bien, ni en España ni en América estuve en el centro de los llamados movimientos expresionistas ni del llamado arte matérico español. En cambio, viví en lo que soy hoy, en lo que es pintura: en el borde, en el peligro, en la zona fronteriza entre dos planos de color. Experimentando con mi veleta del Sur lo que son dos mares y dos países y solamente seis horas de vuelo" (José Guerrero en José Guerrero, El Cedar Café, pág. 56).
Los colores en la obra de Guerrero se remontan a su infancia, y de ellos comenta "El azul..., tiene mucho de mi infacia. Era el color con el que pintaba los zócalos de mi casa..., era el añil". En cuanto el rojo, era "la almagra que usábamos en los pueblos de Andalucía..., un rojo sacado de la tierra". Y el blanco "andalucía sin más. El deslumbramiento de una pared encalada". Otros aún: "El ocre es la tierra con la que he jugado. El gris, los montes andaluces..., por lo menos los de Granada..., allí los montes grises. Y del negro "para mí, quizá es el color de los colores" (José Guerrero en José Guerrero, El Cedar Café, pág. 59).
Guerrero marchó a Estados Unidos y se instaló a vivir en Nueva York en 1950. Allí entró en contacto con los grandes pintores del expresionismo abstracto americano, Motherwell, Rothko, Kline etc. Lo que se vivió en esa época de gran creatividad y movimientos intelectuales en la capital del arte, fueron de enorme influencia en el joven granadino. El tamaño de los lienzos como los que utilizaban sus compañeros americanos y la explosión de color y gesto le sitúan artísticamente más cercano a los americanos que a los europeos. Aunque nunca dejó de ser europeo y así lo expresa: "Pensándolo bien, ni en España ni en América estuve en el centro de los llamados movimientos expresionistas ni del llamado arte matérico español. En cambio, viví en lo que soy hoy, en lo que es pintura: en el borde, en el peligro, en la zona fronteriza entre dos planos de color. Experimentando con mi veleta del Sur lo que son dos mares y dos países y solamente seis horas de vuelo" (José Guerrero en José Guerrero, El Cedar Café, pág. 56).