拍品專文
El punto de partida de su trayectoria se sitúa entre finales de los sesenta y principios de los setenta, momento en el que se reivindica una recuperación de la figuración.
Su estilo alude a un cierto simbolismo no exento del surrealismo y que, en ocasiones, lo sitúa entre un cierto expresionismo y, por último, siguiendo la dinámica contemporánea, podría hablarse de pop. En parte es deudor de Dúchamp y del futurismo en su obsesión por descomponer el movimiento, pero sobre todo participa del cambio de la definición tradicional de la escultura que se opera en estas tendencias, entendiendo la escultura como una simple modificación del objeto real. El tigre de Fernando muestra el interés del escultor por la datación del tiempo, por la temporalización de la forma en el espacio, compromiso con el futurismo y la captación del movimiento en el instante. Nagel, empleando materiales aligerados y maleables (poliéster y fibra de vidrio), accede a la tridimensionalidad como consecuencia de su voluntad narrativa, que le hace plasmar la instantánea de un suceso, ese salto del tigre, pero es un suceso en el cual a sus figuras les sucede algo y en el que la inercia juega un papel especial, un movimiento no controlado. Estas figuras, seres y enseres animados, nos sorprenden en medio de su grotesca comicidad añadida a la crónica que nos muestra.
Su estilo alude a un cierto simbolismo no exento del surrealismo y que, en ocasiones, lo sitúa entre un cierto expresionismo y, por último, siguiendo la dinámica contemporánea, podría hablarse de pop. En parte es deudor de Dúchamp y del futurismo en su obsesión por descomponer el movimiento, pero sobre todo participa del cambio de la definición tradicional de la escultura que se opera en estas tendencias, entendiendo la escultura como una simple modificación del objeto real. El tigre de Fernando muestra el interés del escultor por la datación del tiempo, por la temporalización de la forma en el espacio, compromiso con el futurismo y la captación del movimiento en el instante. Nagel, empleando materiales aligerados y maleables (poliéster y fibra de vidrio), accede a la tridimensionalidad como consecuencia de su voluntad narrativa, que le hace plasmar la instantánea de un suceso, ese salto del tigre, pero es un suceso en el cual a sus figuras les sucede algo y en el que la inercia juega un papel especial, un movimiento no controlado. Estas figuras, seres y enseres animados, nos sorprenden en medio de su grotesca comicidad añadida a la crónica que nos muestra.