Lot Essay
A comienzos de la década de 1960, definitivamente instalado en su estudio de Palma de Mallorca, diseñado por su amigo el arquitecto Joseph Lluis Sert, Joan Miró empezó a sentir la necesidad de buscar nuevas vías para desarrollar su obra.
La pintura que ahora se presenta, Dans une île, á 5 heures de après-midi (1960), procedente de una importante colección privada europea, es un magnífico ejemplo del trabajo que estaba realizando el artista catalán durante este periodo. Depurando su lenguaje, abandonando en cierta medida sus característicos signos, comenzó a desarrollar las capacidades expresivas del dibujo, de líneas delicadas y esenciales, logradas a través de un único y expresivo gesto, en contraste con la rotundidad de las manchas de color, de densa textura. No obstante, no abandona los temas que han hecho su obra inconfundible: el cielo, los astros, la tierra, las aves, un mundo lleno de metáforas, cantos a la vitalidad del hombre y el mundo que le rodea.
Aquéllos fueron años de reconocimientos internacionales para el artista: realizó los murales del Sol y la Luna para la sede de la UNESCO de París (1958), galardonados con el Gran Premio de la Guggenheim Foundation; el Museum of Modern Art de Nueva York y el County Museum de Los Ángeles organizan una inmensa exposición retrospectiva de su obra (1959); es nombrado caballero de la Legión de Honor de Francia (1961); el Musée National d'Art Moderne de París le dedica una antológica (1962); dos años después, lo hará también la Tate Gallery de Londres; y, en 1966, el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio y el de Kyoto. La década culminará con la creación, en 1971, de la Fundació Joan Miró de Barcelona, cuyo proyecto arquitectónico fue encargado a su querido Joseph Lluis Sert.
Sin embargo, Joan Miró creador se muestra inquieto, inventivo, cualquier cosa menos acomodaticio. Conmueve su capacidad, ya septuagenario, para reinventarse; su ánimo en la búsqueda constante de la frescura y la espontaneidad; la ausencia de complejos y la siempre fructífera curiosidad plástica. Todos estos aspectos se encuentran en Dans une île, á 5 heures de après-midi.
La pintura que ahora se presenta, Dans une île, á 5 heures de après-midi (1960), procedente de una importante colección privada europea, es un magnífico ejemplo del trabajo que estaba realizando el artista catalán durante este periodo. Depurando su lenguaje, abandonando en cierta medida sus característicos signos, comenzó a desarrollar las capacidades expresivas del dibujo, de líneas delicadas y esenciales, logradas a través de un único y expresivo gesto, en contraste con la rotundidad de las manchas de color, de densa textura. No obstante, no abandona los temas que han hecho su obra inconfundible: el cielo, los astros, la tierra, las aves, un mundo lleno de metáforas, cantos a la vitalidad del hombre y el mundo que le rodea.
Aquéllos fueron años de reconocimientos internacionales para el artista: realizó los murales del Sol y la Luna para la sede de la UNESCO de París (1958), galardonados con el Gran Premio de la Guggenheim Foundation; el Museum of Modern Art de Nueva York y el County Museum de Los Ángeles organizan una inmensa exposición retrospectiva de su obra (1959); es nombrado caballero de la Legión de Honor de Francia (1961); el Musée National d'Art Moderne de París le dedica una antológica (1962); dos años después, lo hará también la Tate Gallery de Londres; y, en 1966, el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio y el de Kyoto. La década culminará con la creación, en 1971, de la Fundació Joan Miró de Barcelona, cuyo proyecto arquitectónico fue encargado a su querido Joseph Lluis Sert.
Sin embargo, Joan Miró creador se muestra inquieto, inventivo, cualquier cosa menos acomodaticio. Conmueve su capacidad, ya septuagenario, para reinventarse; su ánimo en la búsqueda constante de la frescura y la espontaneidad; la ausencia de complejos y la siempre fructífera curiosidad plástica. Todos estos aspectos se encuentran en Dans une île, á 5 heures de après-midi.