Lot Essay
Tal espectáculo en medio de esta pradera desierta, tiene un color completamente bíblico.
Born in Rio de Janeiro, the son of the expatriate French artist in Brazil, Armand Julien Pallière, Jean Leon was schooled in Paris before returning to South America, aged 25, in 1848. He returned to Rio de Janeiro, via Buenos Aires, and studied under Felix-Émile Taunay at the Academia Imperial de Bellas Artes, before continuing his studies in Europe in 1849. He returned to South America again in late 1855, and lived and worked in Argentina between 1855 and 1866, during which time he illustrated Argentine subjects for publications in England and France, providing a graphic record of life in mid-nineteenth century Argentina both for the curious in Europe, and for posterity: ‘Pallière se fue así transformando en el historiador gráfico de toda una época argentina.’ In 1858 he embarked on a major journey into the interior, accompanied by Wilhelm, Duke of Mecklenburg-Schwerin and Baron Georg von Brackenheim. His travels in the interior were recorded in his Album Palliere (featuring 52 lithographs after his drawings, watercolours and paintings), published in Buenos Aires between April 1864 and August 1865, and in his journal, written in French and published in Spanish translation in Buenos Aires in 1945 (Leon Palliere Diario de Viaje por la America del Sud). Early on, between Buenos Aires and Mendoza, Pallière describes meeting one of these gauchos’ caravans on the Pampas: ‘Nos encontramos en plena pampa, pero con montañas en el horizonte. Lejos, delante de nosotros, marcha una fila de carretas, con tres yuntas de bueyes cada una. Detrás de ellas sigue una tropa de bueyes y algunos caballos arreados por gauchos. Los pasamos y nos detenemos un poco más lejos para cambiar de tiro, elegiendo entre el relevo que nos sigue con ese objeto. Cuadro soberbio. La diligencia a la izquierda, el furgón a la derecha, con los caballos desenganchados, mientras el capataz de las carretas pasa a la cabeza de la caravana, montado en una mula y con un gran poncho hasta la mitad de la montura; luego las carretas en fila, rodando con lentitud y pesadez; sus conductores, con aspecto salvaje y bizarramente vestidos, se destacan sobre un fondo obscuro, manejando de pie la inmensa lanza suspendida con que pican los bueyes más distantes. Tal espectáculo en medio de esta pradera desierta, tiene un color completamente bíblico.’ (op. cit., p.113)
Born in Rio de Janeiro, the son of the expatriate French artist in Brazil, Armand Julien Pallière, Jean Leon was schooled in Paris before returning to South America, aged 25, in 1848. He returned to Rio de Janeiro, via Buenos Aires, and studied under Felix-Émile Taunay at the Academia Imperial de Bellas Artes, before continuing his studies in Europe in 1849. He returned to South America again in late 1855, and lived and worked in Argentina between 1855 and 1866, during which time he illustrated Argentine subjects for publications in England and France, providing a graphic record of life in mid-nineteenth century Argentina both for the curious in Europe, and for posterity: ‘Pallière se fue así transformando en el historiador gráfico de toda una época argentina.’ In 1858 he embarked on a major journey into the interior, accompanied by Wilhelm, Duke of Mecklenburg-Schwerin and Baron Georg von Brackenheim. His travels in the interior were recorded in his Album Palliere (featuring 52 lithographs after his drawings, watercolours and paintings), published in Buenos Aires between April 1864 and August 1865, and in his journal, written in French and published in Spanish translation in Buenos Aires in 1945 (Leon Palliere Diario de Viaje por la America del Sud). Early on, between Buenos Aires and Mendoza, Pallière describes meeting one of these gauchos’ caravans on the Pampas: ‘Nos encontramos en plena pampa, pero con montañas en el horizonte. Lejos, delante de nosotros, marcha una fila de carretas, con tres yuntas de bueyes cada una. Detrás de ellas sigue una tropa de bueyes y algunos caballos arreados por gauchos. Los pasamos y nos detenemos un poco más lejos para cambiar de tiro, elegiendo entre el relevo que nos sigue con ese objeto. Cuadro soberbio. La diligencia a la izquierda, el furgón a la derecha, con los caballos desenganchados, mientras el capataz de las carretas pasa a la cabeza de la caravana, montado en una mula y con un gran poncho hasta la mitad de la montura; luego las carretas en fila, rodando con lentitud y pesadez; sus conductores, con aspecto salvaje y bizarramente vestidos, se destacan sobre un fondo obscuro, manejando de pie la inmensa lanza suspendida con que pican los bueyes más distantes. Tal espectáculo en medio de esta pradera desierta, tiene un color completamente bíblico.’ (op. cit., p.113)