Lot Essay
Esta importante naturaleza muerta de Juan van der Hamen y León y su pareja (ver lote siguiente), constituyen una importante incorporación a la obra de uno de los bodegonistas más destacados del Siglo de Oro español. Desconocidos por los historiadores y amantes del arte, estos cuadros han permanecido en la misma colección desde el siglo XIX. Estamos agradecidos a los profesores Alfonso Pérez Sánchez, Dr. William Jordan y al Dr. Peter Cherry por confirmar la atribución habiendo examinado los cuadros al natural. El Dr. William Jordan incluirá ambos cuadros en el Catálogo que está preparando sobre el artista.
Juan van der Hamen y León ocupa un lugar destacado en el desarrollo de la pintura antigua española de bodegones, siendo el más importante sucesor del fundador de esta escuela a finales del siglo XVI, Juan Sánchez Cotán (1560-1627). Nacido en Madrid en el seno de una familia flamenca, en 1622 el artista siguió la tradición familiar y entró en Palacio como miembro del cuerpo flamenco de arqueros reales que protegían al rey, un cargo que fué para él una importante fuente de distinción social y profesional. Era un artista cultivado y sus obras fueron ensalzadas por algunos de los escritores más grandes de su tiempo como Luis de Góngora, Gabriel Bocángel, Juan Pérez de Montalbán y Lope de Vega. Este último fué a su vez retratado por el artista, género en el que el pintor destacó al igual que en los temas religiosos, aunque fue en las pinturas de bodegones donde el artista monopolizó el mercado privado, y, por lo que hoy en día, es tan conocido y admirado.
Los presentes cuadros están dispuestos en forma de ventana o nicho a la manera bien conocida de Sánchez Cotán, pero más evolucionado al introducir no una, sino tres bases o escalones de piedra sobre las que descansan los diferentes elementos. Este formato permite una composición más expansiva. En la segunda mitad de la década de 1620, van der Hamen empezó a pintar bodegones en los que empleaba este nuevo tipo de composición. El artista pudo haber derivado estas composiciones basándose en prototipos italianos. Dr. William Jordan establece una conexión con el experto y anticuario italiano Cassiano dal Pozzo, cuya visita a Madrid en 1626 con la Legación Papal del Cardenal Barberini pareció haber coincidido con el cambio de formato de van der Hamen (W.B.Jordan, Juan van der Hamen y León, Tesis Doctoral, New York University, 1967, pág. 132). El Profesor Ingvar Bergstrom al describir una pareja de bodegones en una colección privada en Barcelona, también compuestos en tres alturas y firmados y fechados en el mismo año que los presentes bodegones, dice: "... Juan van der Hamen ha empleado un escenario especialmente construido. Paralelamente a la superficie de la imagen, corre por el cuadro un muro liso de piedra con dos descansillos en forma de escalón. El superior está por encima del eje horizontal del cuadro. En primer término, más abajo y por delante de los otros dos, hay un tercer vasar. Todos los bordes están clara y agudamente dibujados". (I. Bergstrom, Maestros Españoles de Bodegones y Floreros del Siglo XVIII, Madrid, 1970, pág. 35). Esta descripción se puede aplicar directamente a los presentes cuadros. Estos escenarios corresponden al periodo de madurez del artista entre 1626 y 1629. A este grupo pertenecen, entre otros, el singular Bodegón con alcachofas y florero fechado en 1627, de la colección Naseiro, o el fechado dos años más tarde que se encuentra en el William College Museum of Art en Massachusetts. El Dr. Peter Cherry al hablar de estas composiciones, no cree probable que las repisas de piedra existieran en realidad. Supone que el artista pintaría los elementos por separado sobre superficies distintas a las que después plasmaría en sus lienzos (P. Cherry, Flores españolas del Siglo de Oro, Madrid, Museo del Prado, 15 noviembre - 2 febrero, 2003, pág. 112).
Los bodegones de Van der Hamen se caracterizan por el orden formal de sus composiciones y sus austeros escenarios. En los presentes cuadros los tres volúmenes se acusan fuertemente y en ellos los diferentes objetos están caracterizados con energía. El efecto se consigue por una simetría perfectamente ejecutada donde los objetos están agrupados en relación a un eje central. En estos dos cuadros el eje central son las grandes cestas con frutas flanqueados por objetos más pequeños. El pintor crea un animado movimiento en la composición por un sistema de diagonales que se cruzan. Los dos cuadros pueden describir un ritmo de izquierda a derecha ascendente o descendente, según se coloquen entre sí. El movimiento también se consigue con la dirección de la luz, que en ambos casos viene indicada por un rayo diagonal que desciende de izquierda a derecha, como podemos observar en las marcadas sombras. Esta iluminación utilizada por el artista quizás se correspondiese con la iluminación real de la habitación del pintor. Van der Hamen capta con precisión las diversas frutas y objetos copiados del natural. Les confiere una irresistible belleza. Su simplicidad les da un toque de refinamiento por el cual alcanzó tan alta fama. El pintor crea contrastes entre la riqueza y el brillo de los colores tan próximos a la naturaleza y, por otro lado, el gris ascético de la piedra.
Es frecuente la repetición del artista de elementos dentro de los bodegones. La cesta de asa con cerezas y albaricoques de el presente cuadro, aparece en otro bodegón no fechado de la colección Naseiro (fig. 1). En el siguiente lote, el cuenco con ciruelas verdes de porcelana china del periodo Longqing (1567-1572) o Wanli (1574-1619), decorado con motivos pseudoepigráficos y pseudovegetales (agradecemos la catalogación de este cuenco, representado de forma idealizada por el pintor, a la directora del Museo de Cerámica de Barcelona, Profesora María Antonia Casanovas), también aparece en otro bodegón fechado en 1627 de la misma colección (fig. 2).
Tanto el presente cuadro como el lote anterior presentan unos números de inventario consecutivos acompañados de una cruz con cuatro puntos. Idéntica marca de inventario con el numero "72" aparece en el cuadro de Juan Férnandez, El Labrador, (activo 1630-1640), El Florero (Fig. 3), que se encuentra en el Museo del Prado, pintado cinco años más tarde que estos bodegones de van der Hamen. El Dr. William Jordan identificó este florero como un fragmento de una composición mayor del artista en la colección del marqués de Eliche realizado en 1651 y descrito como: "lienco de Labrador con una jarra de Rossas claveles y azucenas con otras flores y unos Racimos de uvas y unos granados aviertos de bara y quarta de ancho y una de cayda con su marco negro". Según Lucia Villareal: "De allí pasaría a la colección de Antonio Ponz, en Málaga. Entre 1931 y 1940 estuvo depositado en el Museo de Bellas Artes de su ciudad. Fue adquirido por el Ministerio de Educación Nacional con destino al Museo del Prado en 1946". (J. Brown y J. Elliot, La Almoneda del Siglo. Relaciones Artísticas entre España y Gran Bretaña, 1604-1655, Museo del Prado, Madrid, 2002, págs. 215-7, núm. 32). Lo que está muy claro es que estos tres bodegones formaron parte en un momento de la historia de la misma colección. También se ha insinuado que estos cuadros formaron parte de la colección de Don Antonio Gaspar de Moscoso y Mendoza, octavo conde de Altamira, que heredó de su abuela doña Inés Mesia y Guzmán los estados de Leganes, Morata y Mairena, el ducado de Sanlucar y la gran colección artística del primer marqués de Leganes. Más adelante en 1820, se dispersó en parte por pleito de acreedores contra la casa de Altamira. Examinando su inventario de 1655, publicado por J. López Navio en 1962, vemos que contenía un gran número de obras de Juan de van der Hamen entre retratos (hasta ocho) y de bodegones (hasta nueve). Algunos descritos de una manera tan general que dificultan su identificación, como por ejemplo "n.351. otra de unas frutas de Vanderhamen, de bara y quarta de ancho, y tres quartas de alto, en 500.". El tema de la identificación de las marcas de inventario de estos cuadros, queda por tanto abierto a futuras investigaciones.
Juan van der Hamen y León ocupa un lugar destacado en el desarrollo de la pintura antigua española de bodegones, siendo el más importante sucesor del fundador de esta escuela a finales del siglo XVI, Juan Sánchez Cotán (1560-1627). Nacido en Madrid en el seno de una familia flamenca, en 1622 el artista siguió la tradición familiar y entró en Palacio como miembro del cuerpo flamenco de arqueros reales que protegían al rey, un cargo que fué para él una importante fuente de distinción social y profesional. Era un artista cultivado y sus obras fueron ensalzadas por algunos de los escritores más grandes de su tiempo como Luis de Góngora, Gabriel Bocángel, Juan Pérez de Montalbán y Lope de Vega. Este último fué a su vez retratado por el artista, género en el que el pintor destacó al igual que en los temas religiosos, aunque fue en las pinturas de bodegones donde el artista monopolizó el mercado privado, y, por lo que hoy en día, es tan conocido y admirado.
Los presentes cuadros están dispuestos en forma de ventana o nicho a la manera bien conocida de Sánchez Cotán, pero más evolucionado al introducir no una, sino tres bases o escalones de piedra sobre las que descansan los diferentes elementos. Este formato permite una composición más expansiva. En la segunda mitad de la década de 1620, van der Hamen empezó a pintar bodegones en los que empleaba este nuevo tipo de composición. El artista pudo haber derivado estas composiciones basándose en prototipos italianos. Dr. William Jordan establece una conexión con el experto y anticuario italiano Cassiano dal Pozzo, cuya visita a Madrid en 1626 con la Legación Papal del Cardenal Barberini pareció haber coincidido con el cambio de formato de van der Hamen (W.B.Jordan, Juan van der Hamen y León, Tesis Doctoral, New York University, 1967, pág. 132). El Profesor Ingvar Bergstrom al describir una pareja de bodegones en una colección privada en Barcelona, también compuestos en tres alturas y firmados y fechados en el mismo año que los presentes bodegones, dice: "... Juan van der Hamen ha empleado un escenario especialmente construido. Paralelamente a la superficie de la imagen, corre por el cuadro un muro liso de piedra con dos descansillos en forma de escalón. El superior está por encima del eje horizontal del cuadro. En primer término, más abajo y por delante de los otros dos, hay un tercer vasar. Todos los bordes están clara y agudamente dibujados". (I. Bergstrom, Maestros Españoles de Bodegones y Floreros del Siglo XVIII, Madrid, 1970, pág. 35). Esta descripción se puede aplicar directamente a los presentes cuadros. Estos escenarios corresponden al periodo de madurez del artista entre 1626 y 1629. A este grupo pertenecen, entre otros, el singular Bodegón con alcachofas y florero fechado en 1627, de la colección Naseiro, o el fechado dos años más tarde que se encuentra en el William College Museum of Art en Massachusetts. El Dr. Peter Cherry al hablar de estas composiciones, no cree probable que las repisas de piedra existieran en realidad. Supone que el artista pintaría los elementos por separado sobre superficies distintas a las que después plasmaría en sus lienzos (P. Cherry, Flores españolas del Siglo de Oro, Madrid, Museo del Prado, 15 noviembre - 2 febrero, 2003, pág. 112).
Los bodegones de Van der Hamen se caracterizan por el orden formal de sus composiciones y sus austeros escenarios. En los presentes cuadros los tres volúmenes se acusan fuertemente y en ellos los diferentes objetos están caracterizados con energía. El efecto se consigue por una simetría perfectamente ejecutada donde los objetos están agrupados en relación a un eje central. En estos dos cuadros el eje central son las grandes cestas con frutas flanqueados por objetos más pequeños. El pintor crea un animado movimiento en la composición por un sistema de diagonales que se cruzan. Los dos cuadros pueden describir un ritmo de izquierda a derecha ascendente o descendente, según se coloquen entre sí. El movimiento también se consigue con la dirección de la luz, que en ambos casos viene indicada por un rayo diagonal que desciende de izquierda a derecha, como podemos observar en las marcadas sombras. Esta iluminación utilizada por el artista quizás se correspondiese con la iluminación real de la habitación del pintor. Van der Hamen capta con precisión las diversas frutas y objetos copiados del natural. Les confiere una irresistible belleza. Su simplicidad les da un toque de refinamiento por el cual alcanzó tan alta fama. El pintor crea contrastes entre la riqueza y el brillo de los colores tan próximos a la naturaleza y, por otro lado, el gris ascético de la piedra.
Es frecuente la repetición del artista de elementos dentro de los bodegones. La cesta de asa con cerezas y albaricoques de el presente cuadro, aparece en otro bodegón no fechado de la colección Naseiro (fig. 1). En el siguiente lote, el cuenco con ciruelas verdes de porcelana china del periodo Longqing (1567-1572) o Wanli (1574-1619), decorado con motivos pseudoepigráficos y pseudovegetales (agradecemos la catalogación de este cuenco, representado de forma idealizada por el pintor, a la directora del Museo de Cerámica de Barcelona, Profesora María Antonia Casanovas), también aparece en otro bodegón fechado en 1627 de la misma colección (fig. 2).
Tanto el presente cuadro como el lote anterior presentan unos números de inventario consecutivos acompañados de una cruz con cuatro puntos. Idéntica marca de inventario con el numero "72" aparece en el cuadro de Juan Férnandez, El Labrador, (activo 1630-1640), El Florero (Fig. 3), que se encuentra en el Museo del Prado, pintado cinco años más tarde que estos bodegones de van der Hamen. El Dr. William Jordan identificó este florero como un fragmento de una composición mayor del artista en la colección del marqués de Eliche realizado en 1651 y descrito como: "lienco de Labrador con una jarra de Rossas claveles y azucenas con otras flores y unos Racimos de uvas y unos granados aviertos de bara y quarta de ancho y una de cayda con su marco negro". Según Lucia Villareal: "De allí pasaría a la colección de Antonio Ponz, en Málaga. Entre 1931 y 1940 estuvo depositado en el Museo de Bellas Artes de su ciudad. Fue adquirido por el Ministerio de Educación Nacional con destino al Museo del Prado en 1946". (J. Brown y J. Elliot, La Almoneda del Siglo. Relaciones Artísticas entre España y Gran Bretaña, 1604-1655, Museo del Prado, Madrid, 2002, págs. 215-7, núm. 32). Lo que está muy claro es que estos tres bodegones formaron parte en un momento de la historia de la misma colección. También se ha insinuado que estos cuadros formaron parte de la colección de Don Antonio Gaspar de Moscoso y Mendoza, octavo conde de Altamira, que heredó de su abuela doña Inés Mesia y Guzmán los estados de Leganes, Morata y Mairena, el ducado de Sanlucar y la gran colección artística del primer marqués de Leganes. Más adelante en 1820, se dispersó en parte por pleito de acreedores contra la casa de Altamira. Examinando su inventario de 1655, publicado por J. López Navio en 1962, vemos que contenía un gran número de obras de Juan de van der Hamen entre retratos (hasta ocho) y de bodegones (hasta nueve). Algunos descritos de una manera tan general que dificultan su identificación, como por ejemplo "n.351. otra de unas frutas de Vanderhamen, de bara y quarta de ancho, y tres quartas de alto, en 500.". El tema de la identificación de las marcas de inventario de estos cuadros, queda por tanto abierto a futuras investigaciones.