Un Atardecer en Cataluña

Este cuadro corresponde a su periodo de juventud que pintó durante el famoso y pintoresco viaje en carro que realizó juntamente con su amigo Ramón Casas. Muestra ya en ésta época de actividad artística su preferencia por el paisaje.
El cuadro demuestra la gran maestría del pintor que supo plasmar un solitario y bello rincón de Cataluña, a través de las calidades de color y luz. A menudo incluía figuras, objetos o construcciones que se convertían en elementos accesorios dentro de la composición pero que servían de referencia y contribuían a dar la medida de las proporciones.
La solución de la perspectiva en éste cuadro consiste en las líneas definidas por las copas de los árboles y el cauce del río logrando así la profundidad.
La crítica artística elogiaba los paisajes de Rusiñol valorando la facilidad en la ejecución, la precisión de los colores y su interpretación del natural, ya que no se limitaba a ver la naturaleza, sino que la "sentía". Rusiñol capta el paisaje con una descripción de detalles semejantes a la imagen que ofrece un objetivo de cámara fotográfica y, al mismo tiempo, se da un aire de soledad al prescindir de la figura humana.
La utilización de los colores y la luz ténue, propia de un atardecer, contribuyen a dar belleza al conjunto. Un fragmento de la naturaleza se transforma, a través de la retina de Rusiñol, en una visión poética que refleja su sensibilidad artística.

Este cuadro se acompaña de un certificado de D. Marcal Barrachina.